La digitalización es un término y un proceso muy mencionado en nuestra actualidad, pero en realidad arrastra una larga trayectoria. Ciertamente la llegada del Internet y su posterior expansión contribuyó en la creación de un escenario propicio para ello; aunque también otros avances tecnológicos hicieron su parte. Hoy disfrutamos de este fenómeno, muchas veces sin ser conscientes de su impacto e importancia actual.
Irónicamente, no todos los eventos que preceden la transformación digital son planeados o fortuitos. La propagación del coronavirus SARS-CoV-2 también supuso grandes cambios en la forma en que estábamos acostumbrados a vivir. Hoy, en consecuencia, muchas cosas que hacíamos manual o presencialmente en el pasado, ahora son automatizadas. Este es el contexto actual de la digitalización.
¿Qué es la digitalización?
Antes que nada, definamos el fenómeno. La digitalización es un método que permite convertir cosas, como documentos y procesos que antes se realizaban analógicamente, a una forma digital. Eventualmente, este término también conlleva a otro que merece mención: la digitalización empresarial, un proceso prácticamente inevitable en el contexto actual.
La digitalización empresarial se refiere a la transformación digital específica de los negocios. De manera muy general, esta consiste en automatizar los procesos que los subyacen; con ello, se busca favorecer la gestión del trabajo y ofrecer experiencias novedosas a los clientes. Para ello, es necesario implementar tecnología, herramientas y recursos también digitales.
Una breve historia de la evolución de la digitalización
La digitalización ha estado ocurriendo desde mediados de la década de 1990. Para entonces, era más popular el término «economía digital» el cual hacía referencia a las tecnologías que se implementaban para mejorar los negocios. El fenómeno avanzó a galope y en el transcurso de la última década los cambios han sido exorbitantes. Hoy es imprescindible que una marca o empresa trabaje su imagen digital.
Lo vimos primero con las plataformas de compras en línea de cada marca, que sobrevivieron la bonanza de las redes sociales. Ambos métodos, así como el posicionamiento en Google, han permitido expandir la cartera de clientes de un sinfín de empresas, desde pequeñas hasta grandes. Y, contrario a lo que muchos creerían, la COVID-19 también impulsó este proceso.
En efecto, la pandemia constituyó un evento clave que promovió una digitalización apresurada que aún está en desarrollo. Para poder sobrevivir al confinamiento y los bloqueos, los negocios físicos apresuraron la creación de plataformas en línea y redes sociales. En el proceso, surgieron apps de entregas a domicilio y las plataformas de pago se reinventaron. Muchos conocieron también las criptomonedas.
Los datos que avalan el progreso de la digitalización
Aunque el mercado digital es aún inmaduro, podríamos decir que caminamos sobre terreno bastante sólido. Como prueba, el hallazgo de SoftServe Digital Transformation Report 2017; este afirma que entre 10% y 33% de las instituciones habían desarrollado procesos de digitalización hasta dicha fecha. Esto es solo una prueba más del fenómeno inminente y probablemente imparable que experimenta el mundo.
Asimismo, la Asociación Mexicana de Venta Online (AMVO) reveló que el e-commerce o comercio electrónico se incrementó también durante la pandemia. Según sus cifras, este experimentó un crecimiento del 81% en México durante el año 2020. Además, un estudio global de Lenovo reveló algo similar; el 63% de los trabajadores se sienten más productivos en la modalidad home office que asistiendo a una oficina.
El futuro en pleno desarrollo
Hoy en día es difícil imaginar un negocio en el que no tenga cabida la digitalización. Incluso aquellos en los que la presencia humana y el trabajo manual parecen irremplazables han quedado enganchados. ¿Y qué mejor ejemplo que la implementación reciente de la telemedicina? ¿Qué tal las empresas e instituciones que automatizan procesos reglamentarios?
Dicho esto, no es exagerado decir que no existe organización que pueda resistirse a la digitalización por no encontrarle utilidad. Lo que sí es cierto es que la forma en que se introduce no siempre es tan sencilla. Nuevamente como ejemplo la telemedicina, que amerita una excelente conexión a Internet y monitores de buena resolución. Sin embargo, todo dependerá de las áreas y del flujo trabajo.
La realidad actual es que la pandemia sigue en desarrollo, aunque no con la misma gravedad que al principio. Aclarado esto, sigue siendo probable que emerjan innovaciones que faciliten la transición de los negocios y de la sociedad como tal al mundo digital. Por ende, es de esperar que la digitalización siga evolucionando rápido conforme las necesidades humanas sufran cambios drásticos como los de estos años.